El pont

El suicidio no es una cuestión de clases sociales, ni de poder adquisitivo, ni de buenos y malos, ni de locos o cuerdos; sino de la condición humana. Es una cuestión de decidir y actuar. Los motivos son múltiples y pueden cuestionados si, en el momento justo, alguien interpone el interrogante que lo detiene todo. Así empieza El puente, justo en el preciso momento en que, en plena noche, un hombre se encuentra con otro que está a punto de saltar al vacío. Un vacío que iremos descubriendo y que es compartido por ambos personajes. Un vacío que no es solo literal sino metafórico, un vacío interior que sienten ambos, y un vacío que va más allá de ambos. El vacío social, el vacío vital, el vacío existencial. No son dos tarados, o sí, pero lo son con la clara intención de cambiar lo que viven y cómo lo viven. Los dos pretenden un cambio drástico y profundo que les arraigará en una amistad inesperada para afrontar el misterio de la muerte.